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Rafaelito Román será recordado como uno de los pilares fundamentales de la música típica dominicana, un arte que encapsula la esencia de la cultura campesina y las raíces del pueblo dominicano. Su habilidad innata con el acordeón, sumada a su capacidad para transmitir emociones a través del ritmo, lo convirtió en una figura trascendental dentro del género.
Nacido con un talento natural para la música, Rafaelito dedicó su vida a perfeccionar su arte, explorando las posibilidades del acordeón y llevando el merengue típico a niveles inéditos de popularidad. Su estilo se caracterizó por una perfecta combinación de tradición y creatividad, respetando las raíces del género mientras innovaba con arreglos y ejecuciones que enriquecieron su sonido.
Quienes tuvieron la fortuna de disfrutar de sus presentaciones en vivo guardan memorias imborrables de aquellos momentos de alegría y celebración. Especialmente recordamos las noches mágicas en el Club General Gregorio Luperón del Ensanche Dubocq en Puerto Plata, donde Rafaelito, con su inseparable acordeón, nos deleitó en numerosas ocasiones. En cada baile organizado por los directivos del club, su música fue el alma de la fiesta, logrando que el público vibrara al ritmo del merengue típico y reforzando los lazos culturales de nuestra comunidad.
Rafaelito no solo llevó música, sino también un mensaje de apoyo incondicional al desarrollo de la cultura en nuestro pueblo y en todo el país. Su compromiso con preservar y promover nuestras tradiciones fue evidente en cada nota que tocaba, en cada tarima que pisaba, y en la conexión única que logró con su audiencia.
Su legado trasciende más allá de las notas que interpretó, pues fue un verdadero embajador de la música típica, llevando este género autóctono a escenarios internacionales y demostrando al mundo la riqueza de la cultura dominicana. Rafaelito dejó un repertorio vasto, lleno de piezas emblemáticas que hoy son himnos de la música típica, y su influencia perdura en los nuevos intérpretes que mantienen viva esta tradición.
Con su legado, Rafaelito Román nos recuerda que la música típica no solo es entretenimiento, sino una expresión de identidad y orgullo dominicano. Su nombre estará eternamente inscrito en la historia de la música y en el corazón de su pueblo, especialmente en Puerto Plata, donde sus melodías siempre serán recordadas como parte fundamental de nuestra identidad cultural.
El viernes 6 de diciembre de 2024, República Dominicana se tiñó de luto con la partida de Rafaelito Román, el merenguero típico más completo del país, quien falleció a los 70 años en la Unión Médica de Santiago de los Caballeros, tras sufrir un derrame cerebral. Nacido el 15 de noviembre de 1954 en Puerto Plata, Rafaelito deja un vacío irreparable en el corazón de la música típica y en la cultura dominicana.
El acordeón, ese instrumento que fue su fiel compañero, dejó de sonar con su característico fuelle, cajas armónicas y lengüetas bajo las manos del maestro. Su virtuosismo con este instrumento lo elevó al nivel de leyenda, pero su talento no se limitaba solo al acordeón. Rafaelito dominaba con maestría otros instrumentos esenciales del género, consolidándose como uno de los músicos más versátiles y completos de la música típica dominicana.
Era hijo del también legendario Monguito Román, quien dejó su huella como fundador de las icónicas «Fiestas del Bote» en Long Beach, en el Malecón de Puerto Plata. Esa herencia musical no solo fue absorbida por Rafaelito, sino que fue engrandecida y transmitida a sus propios hijos, Raúl y Nixon Román, quienes continúan el legado musical de su padre y abuelo.
Con la partida de Rafaelito, la música típica pierde a uno de sus más grandes exponentes, uniéndose al panteón de leyendas como Tatico Henríquez, Pedro Reynoso, Bartolo Alvarado (El Ciego de Nagua), y tantos otros que marcaron época. Su muerte nos invita a reflexionar sobre la riqueza de este género autóctono y la importancia de preservar su legado para las futuras generaciones.
Rafaelito no solo tocó música; tocó corazones. Su acordeón no era solo un instrumento, sino una extensión de su alma. Su estilo único, su ritmo vibrante y su inquebrantable compromiso con la tradición cultural de su pueblo lo convirtieron en un ícono.
La comunidad de Puerto Plata y el país entero se despiden de Rafaelito Román con un profundo agradecimiento por su invaluable aporte a la música típica y al desarrollo cultural dominicano. Su legado vivirá en cada melodía, en cada acordeón que siga sonando, y en el recuerdo de quienes celebraron la vida al ritmo de su música. Descansa en paz, Maestro.