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Por: Anulfo Vargas Vásquez
La candidatura independiente ha comenzado a ganar protagonismo en el panorama político de la República Dominicana, generando inquietud entre los partidos tradicionales. Este nuevo escenario plantea interrogantes sobre el sistema político actual y su capacidad para adaptarse a las demandas de una ciudadanía que busca alternativas fuera de las estructuras convencionales.
Uno de los principales argumentos en contra de las candidaturas independientes es el supuesto riesgo de financiación por parte de dinero ilícito, en particular el proveniente del narcotráfico. Sin embargo, esta preocupación parece estar más vinculada a la defensa de los intereses de los partidos tradicionales que a un análisis objetivo. Las organizaciones políticas han disfrutado de recursos significativos otorgados por la Junta Central Electoral (JCE), lo que les permite mantener una posición dominante en el proceso electoral. El avance de las candidaturas independientes amenaza este esquema, desafiando el monopolio de poder y los beneficios económicos que las estructuras partidarias han consolidado a lo largo del tiempo.
La Constitución de la República Dominicana, en su Artículo 208, establece que el sufragio es un derecho y un deber de los ciudadanos, tanto para elegir autoridades como para participar como candidatos. Este marco legal garantiza que cualquier ciudadano tenga la posibilidad de postularse a un cargo público, ya sea a través de un partido político o de manera independiente. Limitar esta opción mediante argumentos infundados o trabas administrativas representa una violación al derecho fundamental de participación política.
En este contexto, la JCE, como órgano rector del sistema electoral, debe establecer normas claras y justas que permitan la participación de candidatos independientes. Una propuesta razonable podría ser requerir un plazo previo de inscripción de dos o tres años para garantizar la transparencia y el compromiso de los aspirantes. Sin embargo, estas medidas no deben transformarse en barreras que obstaculicen la participación ciudadana, sino en herramientas para fortalecer la confianza en el sistema electoral.
La preocupación por la influencia del dinero ilícito en las campañas políticas no es exclusiva de los candidatos independientes. Los partidos tradicionales también han enfrentado señalamientos en este sentido, lo que pone de manifiesto la necesidad de implementar mecanismos de fiscalización y control financiero para todos los actores políticos, sin excepciones. De esta manera, se podría garantizar que el financiamiento de las campañas se realice de manera transparente y conforme a la ley.
Las candidaturas independientes representan una oportunidad para diversificar el espectro político y promover una mayor inclusión ciudadana. Permitir su desarrollo en condiciones equitativas no solo fortalece la democracia, sino que también envía un mensaje claro de que el sistema político está al servicio de todos los ciudadanos, y no exclusivamente de aquellos que forman parte de las estructuras tradicionales.