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Por: Anulfo Vargas Vásquez
En este mundo hay cosas que se pueden medir con facilidad: el tiempo con un reloj, la velocidad con un radar, el nudo acuático con un GPS marino. Pero si hay algo que desafía cualquier escala de medición, es la personalidad del presidente de los Estados Unidos, el republicano Donald Trump.
Muchos intentaran encasillarlo: los psicólogos con sus test de personalidad, los politólogos con sus encuestas, e incluso los caricaturistas con sus plumillas afiladas. Pero Trump es un ente aparte, un fenómeno que se mueve con la imprevisibilidad de un tornado en temporada alta.
La Ficha Policial: Un Cuadro para la Oficina Oval
Recientemente, el New York Post publicó su ficha policial, una imagen que podría perfectamente adornar la Casa Blanca si alguien con sentido del humor la enmarca y la cuelga en la Oficina Oval. Desafiante, con su mirada de «muerda quien me muerda, yo sigo de pie», Trump demuestra que el concepto de «prófugo de la justicia» es relativo cuando se tiene un avión privado y un club de golf en cada estado clave.
Si alguna vez hubo un presidente que jugó bajo sus propias reglas, es él. No importa que lo critiquen, que lo demanden o que lo comparen con personajes de una serie de mafiosos. Si le faltaba una escena icónica para su serie documental de la vida real, ya la tiene: una ficha policial que podría ser portada de un disco de rap.
Donald Trump: El Político Impredecible
Si hay algo que lo hace único, es su habilidad para convertir cualquier situación en un show mediático. Desde entrar a la arena política con el carisma de una estrella de reality show hasta desatar tormentas de tuits a las 3 de la mañana, Trump ha demostrado que no hay guion que lo contenga.
Y aunque algunos lo ven como un líder sin filtro, otros lo consideran un genio del marketing político. Sea como sea, lo cierto es que pocos personajes han logrado mantenerse en el centro de la conversación tanto tiempo, sin importar cuántas tormentas haya a su alrededor.
Trump, el Cronómetro Descompuesto
Si hubiera un instrumento para medir la personalidad de Trump, probablemente colapsaría antes de llegar a una lectura precisa. Es un personaje que no cabe en ninguna escala tradicional, un outsider eterno que ha convertido la política en un deporte de alto impacto.
Por ahora, solo queda esperar su próxima jugada, porque si algo es seguro, es que el show de Trump nunca termina.
¡Y quién sabe! Tal vez su ficha policial se vuelva un artículo de colección para los futuros historiadores… o para la decoración de la Oficina Oval. Porque si algo nos ha enseñado Trump, es que en su mundo, lo imposible no existe.