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Al llegar al cierre de un año y vislumbrar la llegada de uno nuevo, muchos nos hacemos la misma pregunta: ¿será el próximo año mejor que el anterior? La respuesta no es sencilla, pero existe un hilo de esperanza si estamos dispuestos a reflexionar sobre nuestras acciones y nuestras relaciones con los demás.
Para abordar esta pregunta, quisiera parafrasear las palabras del Papa Francisco: “Hablemos más entre nosotros, pero sin el celular”. Este llamado, aunque sencillo, encierra una gran verdad. Vivimos en una época de avances tecnológicos sin precedentes, donde los beneficios de las herramientas digitales son innegables. Han transformado todos los aspectos de nuestra sociedad, desde la educación hasta la economía, haciendo nuestras vidas más eficientes y conectadas.
Sin embargo, este progreso también nos ha traído desafíos. El éxtasis de la vida moderna parece estar mediado por dispositivos electrónicos que, paradójicamente, muchas veces nos alejan de quienes tenemos cerca. Las reuniones familiares, las conversaciones auténticas y los momentos compartidos suelen verse interrumpidos por la pantalla de un celular.
De cara al 2025, mientras hacemos promesas y proyectos de vida con la esperanza de que sea un año mejor, es fundamental recordar que el cambio comienza con nuestras acciones diarias. No se trata solo de alcanzar metas personales o profesionales, sino también de fortalecer nuestra convivencia. Hay un gran deber en preservar la dignidad de la existencia, en respetar a los demás y en cultivar relaciones más humanas y cercanas.
El 2025 puede ser un año de transformación positiva si, como sociedad, nos comprometemos a reenfocar nuestras prioridades. La tecnología es una herramienta, no un sustituto de las conexiones humanas. Que este nuevo año sea una oportunidad para redescubrir el valor de la empatía, del respeto mutuo y de la cercanía, sin lacerar al prójimo que camina junto a nosotros.
Al final, la respuesta a nuestra pregunta inicial dependerá de nosotros mismos. El 2025 será mejor si decidimos construirlo desde nuestras acciones, con humanidad y esperanza.