Sánchez Ramírez.- La contaminación de los ríos cercanos a la mina Pueblo Viejo de Barrick Gold en Zambrana Arriba podría tener consecuencias devastadoras para el medio ambiente y la salud de la población. Así lo advirtió el doctor Frank Reyes, gerente de investigación de laboratorios Franja, en el programa Bajo El Foco, transmitido por De Último Minuto y El Seis, donde presentó los resultados de un análisis fisicoquímico del agua en la zona.
Los estudios realizados por el laboratorio revelaron la presencia de plomo, cianuro, amoníaco y nitratos en diversas fuentes de agua cercanas a la presa de colas El Llagal. Según el doctor Reyes, estos contaminantes pueden causar enfermedades graves, incluyendo daños neurológicos, cáncer y problemas renales.
«El gran problema de República Dominicana no es la deuda externa ni la migración, es ambiental. Estamos destruyendo nuestras fuentes de agua y los efectos serán irreversibles. No vamos a tener otro sitio donde vivir», advirtió el científico.
«Toda el agua va a buscar una forma subterránea de salir. La presa de colas no es completamente impermeable. Con el tiempo, los ácidos harán perforaciones en el subsuelo y la contaminación se extenderá a toda la región del Cibao», alertó Reyes.
En cuanto a los efectos en la salud, el científico destacó que el plomo y el amoníaco presentes en el agua pueden causar malformaciones genéticas en niños, enfermedades cardiovasculares y un aumento en la mortalidad por cáncer.
«Las personas que se bañan o consumen esta agua están en riesgo. Lo primero que notan es irritación en la piel, pero a largo plazo, los efectos pueden ser mucho más graves. Estamos hablando de comunidades que morirán progresivamente de forma química», denunció Reyes.
A pesar de estos hallazgos, las autoridades han minimizado la situación. Al ser confrontado con los resultados del estudio, el viceministro de Minas, Miguel Ángel Díaz, restó importancia a la contaminación, afirmando que «muchos de estos químicos los vivimos todos los días en casa».
Mientras la empresa minera y el gobierno insisten en que las medidas de control son suficientes, los comunitarios siguen sufriendo las consecuencias. «Nos están matando lentamente. Antes el agua era cristalina, ahora los peces y las jaibas mueren. ¿Qué nos queda?», cuestionó Epifania Manzueta, una de las residentes afectadas.
El doctor Reyes concluyó su intervención con un llamado urgente a las autoridades: «Si no hacemos algo ahora, las próximas generaciones pagarán el precio. No se trata solo de compensaciones económicas, sino de la vida misma».