REDACCIÓN. – Muere el excongresista cubanoamericano Lincoln Díaz-Balart a los 70, años en Miami tras batallar contra el cáncer durante un tiempo, según confirmó su familia.
Lincoln Díaz-Balart, nacido en La Habana en 1954, dedicó gran parte de su vida a la política y a la lucha por la democracia en Cuba.
Su hermano, el congresista Mario Díaz-Balart, destacó su compromiso con la libertad de Cuba y su servicio a Estados Unidos. “Su amor por Estados Unidos y su incansable compromiso con la causa de una Cuba libre guiaron a Lincoln a lo largo de su vida y sus 24 años de servicio público electo, incluyendo 18 años en la Cámara de Representantes de Estados Unidos”, expresó.
Un legado político en favor de Cuba y los inmigrantes
Díaz-Balart inició su carrera política en la Legislatura de Florida, donde sirvió en la Cámara de Representantes (1986-1989) y en el Senado estatal (1989-1992). En 1993 fue elegido al Congreso federal, donde permaneció hasta 2011, destacándose por su defensa de los refugiados políticos e inmigrantes legales, así como por su férrea oposición al régimen cubano.
Uno de sus mayores hitos legislativos fue la Ley Helms-Burton de 1996, que codificó el embargo comercial a Cuba. Además, desempeñó un papel clave en el financiamiento de Radio y Televisión Martí, la denuncia del derribo de avionetas de Hermanos al Rescate en 1996 y el mediático caso del niño balsero Elián González en 1999.
La periodista cubanoamericana Ninoska Pérez-Castellón lo recordó como un hombre íntegro y comprometido con su causa: “Como congresista en Estados Unidos y su vida como servidor público, demostró su decencia, firmeza y compasión. Es una gran pérdida para el exilio, pero mayor pérdida para Cuba, que perdió a uno de sus mejores hijos”.
Tras su retiro en 2011, impulsó el Instituto La Rosa Blanca, organización fundada por su padre en 1959 para la lucha por la libertad de Cuba.
Una pérdida para la comunidad cubanoamericana
Díaz-Balart deja un legado de lucha política y un profundo impacto en la comunidad cubana en el exilio. Ana Carbonell, quien dirigió su despacho durante dos décadas, destacó su dedicación: “Su amor por el pueblo cubano y su libertad fueron constantes y abundantes, desde la codificación de las medidas que exigen la democracia para Cuba hasta su compromiso con ayudar a los cubanos que tocaban suelo de libertad”.
Le sobreviven su esposa, Cristina, su hijo Daniel y su nuera Estefanía, así como sus nietos Lincoln Daniel y Edwin Rafael. Fue precedido en la muerte por su primogénito, Lincoln Gabriel.
Se espera que próximamente se anuncie una Misa de Recordación Pública en su honor.
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