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Por: Anulfo Vargas Vásquez
La confrontación entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, ha generado una ola de reacciones en la comunidad internacional, especialmente en Europa. Durante una reunión en la Casa Blanca , hoy 28 de febrero de 2025, ambos líderes protagonizaron un tenso intercambio que culminó con la cancelación de un acuerdo sobre recursos minerales y la abrupta salida de Zelenski de Washington.
En respuesta, numerosos líderes europeos han manifestado su respaldo inquebrantable a Ucrania. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, declaró en la plataforma X: «Ucrania, España está contigo», mensaje que fue replicado en inglés y ucraniano.
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, enfatizó la necesidad de respetar a quienes han resistido desde el inicio, en clara alusión a la defensa ucraniana frente a la agresión rusa.
Desde su llegada al poder, Trump ha adoptado una visión transaccional de la política exterior, donde los acuerdos económicos y los intereses estratégicos de Estados Unidos parecen primar sobre los principios democráticos y la defensa de los aliados tradicionales. En este dilema, la negativa de Trump a negociar con Zelenski y sus críticas al mandatario ucraniano no solo revelan su distanciamiento del conflicto, sino que sugieren una posible reorientación hacia un enfoque más pragmático y menos comprometido con la situación de Ucrania.
Zelenski, por su parte, enfrenta una encrucijada. Por un lado, busca asegurar el apoyo occidental para continuar resistiendo la imposición rusa sobre su país. Por otro, se encuentra con una administración estadounidense que prioriza sus propios intereses geopolíticos y económicos sobre cualquier compromiso moral con la defensa de Ucrania. Las palabras de Trump, al afirmar que Zelenski podrá volver “cuando esté listo para la paz”, evidencian que su visión del conflicto no contempla la realidad sobre el terreno ni el sufrimiento del pueblo ucraniano, sino más bien una resolución rápida que beneficie a Estados Unidos y que alivie sus propios costos políticos y financieros.
Mientras Europa reafirma su compromiso con Ucrania, la postura de Trump podría redefinir las relaciones transatlánticas y provocar un cambio en la estrategia occidental. La gran pregunta es: ¿está Estados Unidos dispuesto a sacrificar sus valores democráticos en favor de un acuerdo conveniente con Rusia? Y más aún, ¿cómo responderán Zelenski y sus aliados europeos ante esta nueva realidad?
El dilema es claro: para Zelenski, la paz no puede ser sinónimo de rendición; para Trump, la política exterior parece ser solo otro negocio.
